Antes que nada, quiero aclarar
que no soy pro-divorcio. Divorciarse implica atravesar momentos muy difíciles -que a veces duran años-, provoca dolor y
sufrimiento profundos, es caro y honestamente es muy desagradable en muchos
aspectos. Lo que si soy, es pro-felicidad
y pro-relaciones saludables, así que
creo necesario hablar sobre el tema para quitar toda la carga emocional, social
y religiosa que tiene divorciarse, hay que hablar para redefinir el compromiso
y el respeto en el matrimonio y para transformar la percepción de la soltería.
Estoy convencida de que existen
situaciones en las que el divorcio debe suceder. La violencia, infidelidad,
deslealtad, dejar de amar, dejar de respetar, adicciones, abandono,
delincuencia, maltrato, abuso, falta de compromiso e interés, etc. podrían ser
razones perfectamente válidas por las que es mejor cerrar esa relación y tomar
caminos separados. Cada quien tiene estándares personales sobre lo mínimo
indispensable para vivir en pareja y si no se alcanzan de forma crónica, es
mejor terminar.
Una relación de pareja requiere mucho trabajo, atención y
cuidados para que sea exitosa y cuando alguno de los miembros de la pareja o ambos
dejan de tener disposición y dejan de elegir a su pareja a diario creyendo que
solo el amor es suficiente, entonces comienza el final.
Divorciarse es un proceso brutal
y extenuante… aunque cada persona puede percibirlo y vivirlo de forma distinta,
generalmente es muy rudo. Aunque ambas personas quieran la separación, las
situaciones incómodas, abusivas, los berrinches, las intransigencias y la
intervención de amigos y familiares hacen que el dolor, el enojo, el miedo y la
tristeza se agudicen. Aprender a abrir un nuevo camino y a construir un nuevo
estilo de vida implica retos y si hay hijos los desafíos son mayores. Insisto,
divorciarse no es ni agradable ni sencillo, pero creo que hay algunas claves
que pueden ayudarte si estás considerando esta opción o estás viviendo tu
divorcio en este momento. Me gustaría ayudar y compartirlas contigo:
1. Reconoce que estás pasando un
momento muy difícil
Por supuesto que divorciarte no
es lo que querías cuando te casaste. Durante tu matrimonio hiciste cosas,
aceptaste, cediste, hiciste elecciones y renunciaste a cosas que nunca hubieras
pensado, eso te duele y probablemente te haga sentir culpa, vergüenza y
arrepentimiento. Pero por muy incómodo que se sienta, necesitas aceptar que
ahora eres responsable de esas decisiones.
Es indispensable que te permitas
sentir esos sentimientos de traición, abandono, enojo y tristeza. No los
niegues ni rechaces. No los evadas con alguna sustancia, actividad o una nueva
relación. Solo siéntelos. Escribe sobre lo que sientes, acude a Terapia, busca
nuevas o antiguas amistades, habla con personas de tu confianza sobre cómo te
sientes e invierte en hacer trabajo interno.
Mientras más te permitas sentir
estas emociones incómodas, más te irás conociendo y entendiendo honestamente
quien eres y como lidias con las dificultades en tu vida, entenderás mejor las
intenciones de tu corazón y te responsabilizarás de tu participación en tu
matrimonio y en la ruptura de la relación, reconfigurarás tu forma de ser
pareja y empezarás a abrirte a escuchar lo que antes no querías escuchar. La
responsabilidad de cuidar tu corazón y tu mente es solo tuya y nadie más puede
ejercerla en tu nombre. Se trata de serte leal y fiel a ti mismo nuevamente.
Reconocer que dejar lo conocido y
lo acostumbrado del matrimonio es aterrador, ayuda a hacer algo al respecto. El
miedo y el enojo hacen que nos movamos, nos obliga a “correr” a un lugar
seguro, así que no te resistas a sentir lo que se va presentando.
2. Busca, recupera y construye
amistades.
Los amigos del pasado son muy
valiosos en los momentos difíciles. Haz contacto con ellos, háblales, búscales
y mantente cerca. Los amigos sostienen nuestros corazones, lloran con nosotros,
se sientan en silencio a nuestro lado, nos escuchan y acompañan en el dolor y
la lucha que estamos soportando. No se trata de que tus amigos te arreglen o te
resuelvan, sino de que estén contigo, te
quieran, te tranquilicen, te hablen de
forma amable, pero también te cuestionen y logren hacerte ver cosas que no
estás pudiendo identificar en estos momentos; que te impulsen, te hagan
reflexionar y entender lo que sucede. Se trata que te permitan sentir, ser y
salir adelante mediante relaciones de intimidad saludables.
3. Elige tus palabras con cuidado
Las palabras que decimos importan
mucho, es fácil equivocarse por decir demasiado o muy poco sobre todo de las
cosas importantes. Trabaja en equilibrar tu corazón y tu pensamiento para
hablar sobre lo que te ahoga o lo que quieres gritar (sobre todo a quienes te
han hecho sentir furia y decepción). Las palabras no expresadas pueden ser tan
peligrosas y poderosas como las que se hablan sin cuidado. Evita pronunciar
palabras hirientes desde el enojo y la venganza porque podrías hacer un daño
irreparable que tenga consecuencias permanentes.
La forma en que te hablas a ti
misma también es importantísima… sé que probablemente te arrepientas de muchas
cosas durante tu matrimonio, de haber dado más de lo que debías, de haber
dejado pasar ofensas o cosas inadmisibles… pero entiende que lo hiciste porque
creías que la relación podía salvarse, tu intención era permanecer junto a la
persona que amabas, darle un hogar a tus hijos o mejorar tu matrimonio.
Entender esto, evita que te ataques a ti misma, que te agredas o te recrimines
y culpes de lo sucedido. Acepta que la relación no funcionó, que ambos tuvieron
responsabilidad en ello, pero ahora es momento de respirar profundo y seguir
adelante. Se amable contigo, háblate bien, tente paciencia y de ninguna forma
de ataques con palabras o argumentos que te hagan sentir que no hay una vida
plena esperándote. Trátate y háblate bien por favor.
4. Aprende a estar bien con no
estar bien.
Nadie vive una vida perfecta todo
el tiempo en cada tema. Entrénate para aprender a vivir en la incertidumbre, en
la incomodidad, en la tristeza y el dolor… son parte de la vida y no hay forma
de evitarlos. No pasa nada y es perfectamente esperable que se te salgan las
lágrimas, que el ánimo decaiga, está bien no querer hablar sobre ciertos temas
con algunas personas, está bien aceptar que la situación es demasiado para ti,
está bien no emocionarte por Navidad o tu cumpleaños, está bien reconocer que
te duele perder a la persona con quien pensaste estarías toda tu vida, está
bien que sientes frustración porque las cosas no resultaron como deseabas... No
pasa nada si te sientes mal, un divorcio no es cualquier cosa, así que tienes
todo el derecho a sentirte así, pero no olvides que también está bien reír,
tener momentos de alegría y disfrutar a pesar de estar pasando un momento
difícil, no te obligues a elegir entre unos y otros… lo que está pasando es
difícil, pero no es un castigo.
5. Toma un descanso de las redes
sociales
Todos sabemos que Instagram,
Facebook y Twitter están llenos de mentiras, apariencias, cosas y pensamientos
falsos. Quienes publican, muestran casi siempre solo lo que brilla. ¿Por qué
querrías torturarte exponiéndote todo el tiempo a fotos, escenarios y mensajes
de personas, parejas y familias felices cuando sientes que el amor apesta? Es
probable que en este momento ver todo eso no te haga bien… no quiero decir que
no te alegres por la felicidad de otros, pero justo en el momento de tu
separación podría intensificar los sentimientos de frustración y dolor y no
puedes permitirte sentir más decepción ahora. Todos tenemos áreas de nuestras
vidas donde deseamos que las cosas sean diferentes y Facebook –aunque no es el
problema en si- no representa la vida real y sería una mentira creer que
podemos seguir navegando sin sufrir daños durante una temporada sensible o
desesperada.
6. Haz trabajo voluntario o ayuda
en tu comunidad
Sé que no suena muy tentadora la
idea de salir de tu casa y hacer cosas para otras personas, pero ser voluntario
en una organización o contribuir en tu ciudad o colonia puede ayudarte a
descubrir que aunque tu corazón esté roto, tienes mucho que ofrecer. Las
personas compartimos espacio, ideas, esfuerzos y emociones (incluido el dolor),
así que aportar algo que sabes hacer con personas que lo necesitan, puede
llevar luz a tu vida en estos momentos; estar cerca de otras personas en lucha
intensa abre la perspectiva y ayuda a enfocarnos en quienes nos rodean y no
solo en nuestros propios problemas y tristeza. Seguramente también descubrirás
más cosas de tu vida por las que sentir agradecimiento.
7. Practica la gratitud.
Todo mundo habla de la
importancia de agradecer lo que nos sucede, de sentir agradecimiento por las
personas con las que nos hemos cruzado y por cada situación (incluido lo malo)…
pero en momentos de profundo dolor es ilógico y parece imposible encontrar algo
por lo que sentirse afortunado. Quiero que sepas que es necesario gritar,
hablar, sentir enojo, decepción y frustración… es esperable que te estés
preguntando: “¿Por qué a mí?”. Las
emociones incómodas también son parte de estar vivos y negarlas sería rechazar
nuestra condición humana, pero al mismo tiempo que sientes dolor, es posible tratar
de enfocarte por momentos específicos en la belleza de las cosas, por ejemplo:
las estrellas, la luna, los árboles, el mar, el campo, el cielo… Las cosas tristes
y las alegres pueden convivir al mismo tiempo, no son excluyentes. Observa como
esas cosas hermosas están ahí y siguen brillando a pesar de tus circunstancias.
No se trata de hacer a un lado el trauma y la tristeza y ahora como magia, sentirse
iluminado… más bien se trata de estar dispuesto a apreciar los regalos de la
naturaleza, la amistad, la vida. La intención es valorar las cosas y las
personas que nos acompañan y nos sacan de la desesperación… así como suceden cosas desagradables, también
tienes que esforzarte en apreciar el panorama completo y saber que hay cosas y
personas increíbles a tu alrededor y en tu vida.
8. Cambia la forma en que piensas
respecto a la soltería
Estar soltero, no significa estar
solo. La vida en soltería es también muy disfrutable, es divertida, aporta
momentos de reflexión y autoconocimiento muy valiosos, nos da libertad para
tomar decisiones personales y para movernos. Recuerda que la vida en pareja, no
es la única opción posible para vivir y no necesariamente es la mejor en todo
momento. Sentir derrota por no tener pareja, hace que dejes de ver tu propio
potencial y tu capacidad para crecer y sentirte feliz por ti y para ti. Olvida
esta obsesión por tener pareja a como dé lugar; si eliges compañía desde la
desesperación y la necesidad podrías equivocarte y relacionarte con cualquier
persona a pesar de sus heridas y de tus heridas no resueltas, podrías aceptar iniciar relaciones tóxicas, con
personas no compatibles contigo, podría hacer que empezaras a negociar o ceder
en lo mínimo indispensable para mantener tu seguridad, tu dignidad y tu paz y
te conformaras con una relación mediocre por temor y no saber vivir en
soltería.
Estos momentos, son oportunidades
extraordinarias para conocerte, para regresar a tu esencia, para entenderte,
retomar tus sueños y reconstruir.
Reflexiona: ¿Qué te ha ayudado
más en una temporada de dolor y tristeza? ¿Cómo has logrado en otras ocasiones
reconectarte con la pasión por vivir? ¿Qué y quienes han estado para ti y cómo
lo han hecho? ¿Cuáles son las actividades, pensamientos, música, etc. que te
hacen sentir paz y entrar en calma? ¿Qué proyectos que te emocionaban antes
dejaste en pausa y te gustaría retomar?
Identifica lo que te fortalece y
lo que te hace sentir feliz y no dudes en seguir haciendo más de eso, sigue
buscando y explorando alternativas que te enriquezcan y te inspiren para seguir
adelante.
Transitar por el proceso de
crisis en pareja y divorcio es más fácil con compañía y guía profesional. No
dudes en llamarme, estar bien es posible para ti.
Citas (presenciales y en línea):
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