domingo, 28 de julio de 2019

Como divorciarse y sobrevivir a la tormenta


Antes que nada, quiero aclarar que no soy pro-divorcio. Divorciarse implica atravesar momentos muy difíciles  -que a veces duran años-, provoca dolor y sufrimiento profundos, es caro y honestamente es muy desagradable en muchos aspectos. Lo que si soy, es pro-felicidad y pro-relaciones saludables, así que creo necesario hablar sobre el tema para quitar toda la carga emocional, social y religiosa que tiene divorciarse, hay que hablar para redefinir el compromiso y el respeto en el matrimonio y para transformar la percepción de la soltería.
Estoy convencida de que existen situaciones en las que el divorcio debe suceder. La violencia, infidelidad, deslealtad, dejar de amar, dejar de respetar, adicciones, abandono, delincuencia, maltrato, abuso, falta de compromiso e interés, etc. podrían ser razones perfectamente válidas por las que es mejor cerrar esa relación y tomar caminos separados. Cada quien tiene estándares personales sobre lo mínimo indispensable para vivir en pareja y si no se alcanzan de forma crónica, es mejor terminar. 



Una relación de pareja requiere mucho trabajo, atención y cuidados para que sea exitosa y cuando alguno de los miembros de la pareja o ambos dejan de tener disposición y dejan de elegir a su pareja a diario creyendo que solo el amor es suficiente, entonces comienza el final.
Divorciarse es un proceso brutal y extenuante… aunque cada persona puede percibirlo y vivirlo de forma distinta, generalmente es muy rudo. Aunque ambas personas quieran la separación, las situaciones incómodas, abusivas, los berrinches, las intransigencias y la intervención de amigos y familiares hacen que el dolor, el enojo, el miedo y la tristeza se agudicen. Aprender a abrir un nuevo camino y a construir un nuevo estilo de vida implica retos y si hay hijos los desafíos son mayores. Insisto, divorciarse no es ni agradable ni sencillo, pero creo que hay algunas claves que pueden ayudarte si estás considerando esta opción o estás viviendo tu divorcio en este momento. Me gustaría ayudar y compartirlas contigo:

1. Reconoce que estás pasando un momento muy difícil


Por supuesto que divorciarte no es lo que querías cuando te casaste. Durante tu matrimonio hiciste cosas, aceptaste, cediste, hiciste elecciones y renunciaste a cosas que nunca hubieras pensado, eso te duele y probablemente te haga sentir culpa, vergüenza y arrepentimiento. Pero por muy incómodo que se sienta, necesitas aceptar que ahora eres responsable de esas decisiones.
Es indispensable que te permitas sentir esos sentimientos de traición, abandono, enojo y tristeza. No los niegues ni rechaces. No los evadas con alguna sustancia, actividad o una nueva relación. Solo siéntelos. Escribe sobre lo que sientes, acude a Terapia, busca nuevas o antiguas amistades, habla con personas de tu confianza sobre cómo te sientes e invierte en hacer trabajo interno.
Mientras más te permitas sentir estas emociones incómodas, más te irás conociendo y entendiendo honestamente quien eres y como lidias con las dificultades en tu vida, entenderás mejor las intenciones de tu corazón y te responsabilizarás de tu participación en tu matrimonio y en la ruptura de la relación, reconfigurarás tu forma de ser pareja y empezarás a abrirte a escuchar lo que antes no querías escuchar. La responsabilidad de cuidar tu corazón y tu mente es solo tuya y nadie más puede ejercerla en tu nombre. Se trata de serte leal y fiel a ti mismo nuevamente.
Reconocer que dejar lo conocido y lo acostumbrado del matrimonio es aterrador, ayuda a hacer algo al respecto. El miedo y el enojo hacen que nos movamos, nos obliga a “correr” a un lugar seguro, así que no te resistas a sentir lo que se va presentando.

2. Busca, recupera y construye amistades.
  

Los amigos del pasado son muy valiosos en los momentos difíciles. Haz contacto con ellos, háblales, búscales y mantente cerca. Los amigos sostienen nuestros corazones, lloran con nosotros, se sientan en silencio a nuestro lado, nos escuchan y acompañan en el dolor y la lucha que estamos soportando. No se trata de que tus amigos te arreglen o te resuelvan, sino de que  estén contigo, te quieran,  te tranquilicen, te hablen de forma amable, pero también te cuestionen y logren hacerte ver cosas que no estás pudiendo identificar en estos momentos; que te impulsen, te hagan reflexionar y entender lo que sucede. Se trata que te permitan sentir, ser y salir adelante mediante relaciones de intimidad saludables.

3. Elige tus palabras con cuidado


Las palabras que decimos importan mucho, es fácil equivocarse por decir demasiado o muy poco sobre todo de las cosas importantes. Trabaja en equilibrar tu corazón y tu pensamiento para hablar sobre lo que te ahoga o lo que quieres gritar (sobre todo a quienes te han hecho sentir furia y decepción). Las palabras no expresadas pueden ser tan peligrosas y poderosas como las que se hablan sin cuidado. Evita pronunciar palabras hirientes desde el enojo y la venganza porque podrías hacer un daño irreparable que tenga consecuencias permanentes.
La forma en que te hablas a ti misma también es importantísima… sé que probablemente te arrepientas de muchas cosas durante tu matrimonio, de haber dado más de lo que debías, de haber dejado pasar ofensas o cosas inadmisibles… pero entiende que lo hiciste porque creías que la relación podía salvarse, tu intención era permanecer junto a la persona que amabas, darle un hogar a tus hijos o mejorar tu matrimonio. Entender esto, evita que te ataques a ti misma, que te agredas o te recrimines y culpes de lo sucedido. Acepta que la relación no funcionó, que ambos tuvieron responsabilidad en ello, pero ahora es momento de respirar profundo y seguir adelante. Se amable contigo, háblate bien, tente paciencia y de ninguna forma de ataques con palabras o argumentos que te hagan sentir que no hay una vida plena esperándote. Trátate y háblate bien por favor.

4. Aprende a estar bien con no estar bien.


Nadie vive una vida perfecta todo el tiempo en cada tema. Entrénate para aprender a vivir en la incertidumbre, en la incomodidad, en la tristeza y el dolor… son parte de la vida y no hay forma de evitarlos. No pasa nada y es perfectamente esperable que se te salgan las lágrimas, que el ánimo decaiga, está bien no querer hablar sobre ciertos temas con algunas personas, está bien aceptar que la situación es demasiado para ti, está bien no emocionarte por Navidad o tu cumpleaños, está bien reconocer que te duele perder a la persona con quien pensaste estarías toda tu vida, está bien que sientes frustración porque las cosas no resultaron como deseabas... No pasa nada si te sientes mal, un divorcio no es cualquier cosa, así que tienes todo el derecho a sentirte así, pero no olvides que también está bien reír, tener momentos de alegría y disfrutar a pesar de estar pasando un momento difícil, no te obligues a elegir entre unos y otros… lo que está pasando es difícil, pero no es un castigo.

5. Toma un descanso de las redes sociales


Todos sabemos que Instagram, Facebook y Twitter están llenos de mentiras, apariencias, cosas y pensamientos falsos. Quienes publican, muestran casi siempre solo lo que brilla. ¿Por qué querrías torturarte exponiéndote todo el tiempo a fotos, escenarios y mensajes de personas, parejas y familias felices cuando sientes que el amor apesta? Es probable que en este momento ver todo eso no te haga bien… no quiero decir que no te alegres por la felicidad de otros, pero justo en el momento de tu separación podría intensificar los sentimientos de frustración y dolor y no puedes permitirte sentir más decepción ahora. Todos tenemos áreas de nuestras vidas donde deseamos que las cosas sean diferentes y Facebook –aunque no es el problema en si- no representa la vida real y sería una mentira creer que podemos seguir navegando sin sufrir daños durante una temporada sensible o desesperada.

6. Haz trabajo voluntario o ayuda en tu comunidad


Sé que no suena muy tentadora la idea de salir de tu casa y hacer cosas para otras personas, pero ser voluntario en una organización o contribuir en tu ciudad o colonia puede ayudarte a descubrir que aunque tu corazón esté roto, tienes mucho que ofrecer. Las personas compartimos espacio, ideas, esfuerzos y emociones (incluido el dolor), así que aportar algo que sabes hacer con personas que lo necesitan, puede llevar luz a tu vida en estos momentos; estar cerca de otras personas en lucha intensa abre la perspectiva y ayuda a enfocarnos en quienes nos rodean y no solo en nuestros propios problemas y tristeza. Seguramente también descubrirás más cosas de tu vida por las que sentir agradecimiento.

7. Practica la gratitud.


Todo mundo habla de la importancia de agradecer lo que nos sucede, de sentir agradecimiento por las personas con las que nos hemos cruzado y por cada situación (incluido lo malo)… pero en momentos de profundo dolor es ilógico y parece imposible encontrar algo por lo que sentirse afortunado. Quiero que sepas que es necesario gritar, hablar, sentir enojo, decepción y frustración… es esperable que te estés preguntando:  “¿Por qué a mí?”. Las emociones incómodas también son parte de estar vivos y negarlas sería rechazar nuestra condición humana, pero al mismo tiempo que sientes dolor, es posible tratar de enfocarte por momentos específicos en la belleza de las cosas, por ejemplo: las estrellas, la luna, los árboles, el mar, el campo, el cielo… Las cosas tristes y las alegres pueden convivir al mismo tiempo, no son excluyentes. Observa como esas cosas hermosas están ahí y siguen brillando a pesar de tus circunstancias. No se trata de hacer a un lado el trauma y la tristeza y ahora como magia, sentirse iluminado… más bien se trata de estar dispuesto a apreciar los regalos de la naturaleza, la amistad, la vida. La intención es valorar las cosas y las personas que nos acompañan y nos sacan de la desesperación…  así como suceden cosas desagradables, también tienes que esforzarte en apreciar el panorama completo y saber que hay cosas y personas increíbles a tu alrededor y en tu vida.

8. Cambia la forma en que piensas respecto a la soltería


Estar soltero, no significa estar solo. La vida en soltería es también muy disfrutable, es divertida, aporta momentos de reflexión y autoconocimiento muy valiosos, nos da libertad para tomar decisiones personales y para movernos. Recuerda que la vida en pareja, no es la única opción posible para vivir y no necesariamente es la mejor en todo momento. Sentir derrota por no tener pareja, hace que dejes de ver tu propio potencial y tu capacidad para crecer y sentirte feliz por ti y para ti. Olvida esta obsesión por tener pareja a como dé lugar; si eliges compañía desde la desesperación y la necesidad podrías equivocarte y relacionarte con cualquier persona a pesar de sus heridas y de tus heridas no resueltas,  podrías aceptar iniciar relaciones tóxicas, con personas no compatibles contigo, podría hacer que empezaras a negociar o ceder en lo mínimo indispensable para mantener tu seguridad, tu dignidad y tu paz y te conformaras con una relación mediocre por temor y no saber vivir en soltería.

Estos momentos, son oportunidades extraordinarias para conocerte, para regresar a tu esencia, para entenderte, retomar tus sueños y reconstruir.
Reflexiona: ¿Qué te ha ayudado más en una temporada de dolor y tristeza? ¿Cómo has logrado en otras ocasiones reconectarte con la pasión por vivir? ¿Qué y quienes han estado para ti y cómo lo han hecho? ¿Cuáles son las actividades, pensamientos, música, etc. que te hacen sentir paz y entrar en calma? ¿Qué proyectos que te emocionaban antes dejaste en pausa y te gustaría retomar?
Identifica lo que te fortalece y lo que te hace sentir feliz y no dudes en seguir haciendo más de eso, sigue buscando y explorando alternativas que te enriquezcan y te inspiren para seguir adelante.

Transitar por el proceso de crisis en pareja y divorcio es más fácil con compañía y guía profesional. No dudes en llamarme, estar bien es posible para ti.
Citas (presenciales y en línea): 2225678089



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