La cultura de la
violación, acuñado como concepto en los años setenta, vincula la violación y la
violencia sexual a la cultura de una sociedad en la que lo habitual es
normalizar, excusar, tolerar e incluso perdonar la violación y al mismo tiempo,
culpabilizar a la víctima
Nuria Varela
Cultura de la
Violación
La cultura de la
violación describe un problema social y cultural donde la violación es aceptada
y normalizada debido a pensamientos, creencias, comportamientos y actitudes
sociales sobre el género, el sexo y la sexualidad; incluye mensajes sociales
que ordenan a hombres y mujeres a asumir roles de género predefinidos en
relación con el comportamiento sexual.
La cultura de la violación, es el
entorno en el cual la violencia sexual infligida contra la mujer se naturaliza
y encuentra justificación tanto en los medios de comunicación como en la
cultura popular y en el sistema de justicia. Se perpetúa mediante el uso de
lenguaje misógino, la despersonalización del cuerpo de la mujer y el
embellecimiento de la violencia sexual, dando lugar a una sociedad
despreocupada por los derechos y la seguridad de las mujeres (Marshall University’s Women’s Center).
En México, hay 99
víctimas de delitos sexuales por día. Durante febrero de
este año (2018), los delitos sexuales incrementaron 10.6%, en comparación
con el mismo mes del año pasado. Según cifras del
Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), las
carpetas de investigación por abuso, acoso y hostigamiento sexual, así
como la violación simple, violación equiparada, incesto y otros delitos pasaron
de dos mil 568 a dos mil 841, en el referido periodo. Los
anteriores datos corresponden únicamente a los casos que se denuncian en las
agencias del Ministerio Público. De acuerdo con estimaciones del INEGI, cerca
del 95% de los delitos sexuales ni siquiera se denuncian, sino que se quedan en
la llamada “cifra negra”.
Las agresiones sexuales
son delitos que en la mayoría de los casos quedan impunes, incluso cuando se
denuncian. Un diagnóstico sobre la violencia sexual elaborado por la Comisión
Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), muestra que en promedio, de cada cien
casos de agresiones sexuales que se cometen en el país, solo seis llegan a ser
denunciadas y de esas apenas la tercera parte son consignadas ante un juez.
Otro problema evidenciado por el estudio es el desorden que predomina en el
país en cuanto a cómo se califican y castigan los casos de violencia sexual
dado que no hay criterios homologados en los códigos penales vigentes. “Lo que
existe en muchos de estos razonamientos es una actuación misógina,
discriminatoria e ignorante del marco constitucional en materia de derechos
humanos de las mujeres, particularmente de lo establecido por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (…) existe un estereotipo de que por
ejemplo, si las mujeres abusadas no se defienden, es que lo consienten y eso es
un error” (Michelle Salas). Uno de los problemas fundamentales en los delitos
sexuales es que las víctimas se convierten casi siempre en “las sospechosas”,
lo que contribuye a que los casos ni siquiera sean denunciados.
(http\://www.animalpolitico.com/2017/04/delitos-sexuales-violencia-mexico/)
Las violaciones en
México y en otras partes del mundo, muestran una masculinidad extremadamente
violenta, agresiva y deshumanizada que ha sido entrenada y reforzada por el
sistema patriarcal (no debemos olvidar que la industria del sexo es la
principal aliada de la cultura de la violación, siendo la pornografía el medio
de instrucción y “educación
sexual” por excelencia).
Por supuesto, los
hombres no son los únicos que violan, como las mujeres no somos las únicas
víctimas; hay hombres que violan a otros hombres y mujeres que violan a
hombres, pero lo que nos hace poner la mirada en los hombres como máximos
responsables, es que son quienes cometen el 99% de las violaciones denunciadas.
Para prevenir las
violaciones, un hombre debe entender que cuando una mujer dice “no” significa únicamente
“no”, que cuando una mujer se encuentra bajo los efectos del alcohol o de
alguna droga y no está en condiciones de hablar, no hay consentimiento de por
medio y automáticamente significa “no”. Hombres y mujeres debemos dejar de
insistir en que somos nosotras quienes podemos y debemos evitar las violaciones
al vestir, hablar o comportarnos de cierta manera, disculpando así, la
responsabilidad UNICA de los violadores. Son los hombres quienes deben dejar de
creer que pueden disponer del cuerpo de las mujeres y son ellos quienes deben
dejar de violar.
Algunos ejemplos de cultura de la violación:
·
Culpar a
la víctima (“bebió de más”, “andaba sola”, “coqueteaba con todos”, “ella lo
estaba pidiendo”, “ha tenido muchos novios”, “se vestía muy provocativa”).
·
Justificar
las agresiones sexuales (“los hombres son así”, “los hombres no pueden
controlarse”, “los hombres necesitan sexo”).
·
Hacer,
compartir y reírse de chistes sexualmente explícitos.
·
Compartir
fotos y videos que muestren violencia sexual.
·
Sexualizar
a las niñas y adolescentes (modelaje, presión para que las niñas se vean
atractivas y consigan la atención de los hombres, decir cosas como: “vas a tener un cuerpo muy bonito”, “es
chiquita, pero sexy”).
·
Tolerar y
justificar el acoso sexual (“así funciona el mundo de los negocios”, “para
ascender en el trabajo hay que hacer favores sexuales”, “es normal que los
hombres insistan”, “cuando un hombre quiere algo, hará todo para conseguirlo –y
es válido-”).
·
Inflar
las cifras de denuncias de violación falsas.
·
Relacionar
los hábitos de vestimenta, salud psíquica, afectos, costumbres, acciones, motivaciones
e historial de la víctima con las agresiones y hacerlos públicos para atenuar
la responsabilidad del violador.
·
Ver,
promover, recomendar y compartir películas y programas de televisión que
muestren, justifiquen y respalden la violencia de género (celos, violencia
física, psicológica, económica, etc.).
·
Definir
la «masculinidad» como dominante y sexualmente agresiva.
·
Definir
la «feminidad» como sumisa y sexualmente pasiva.
·
Presionar
a los hombres para que consigan sus metas a cualquier costo y pasando sobre
quien sea.
·
Presionar
a las mujeres para que no sean contestonas, siempre sonrían, sean
complacientes, acepten lo que se les presente, etc.
·
Asumir
que solo violan a mujeres que ejercen su libertad sexual.
·
Asumir
que las violaciones a hombres no existen y que si llegan a suceder es porque el
hombre víctima es débil.
·
Creer que
las acusaciones de violación, acoso y hostigamiento son una exageración y no
tomarlas en serio.
·
Enseñar a
las mujeres cómo no ser violadas en vez de enseñar a los hombres a no violar.
¿Es posible actuar dentro de esta sociedad para
modificar la cultura de la violación? La respuesta es; SI. Comparto algunas
ideas que pueden contribuir:
·
Evita el
uso de lenguaje que trate como objetos, despersonalice o degrade a las mujeres
(deja de llamar “puta”, “cualquiera”, “zorra”, “loca”, “ofrecida”, “nalga”,
“vieja”, “carne”, etc. a las mujeres, independientemente de la situación).
·
No permitas
que otros cuenten chistes ofensivos, que promuevan o justifiquen la violación o
que cometan algún acto de violencia de género. Intervén, quéjate, apoya o
defiende a la(s) víctima(s), pon un alto. Como dice Nuria Varela,
“el silencio, la sumisión y el miedo no protegen”.
·
Mantén un
pensamiento crítico con los mensajes que te llegan en Whatsapp y redes sociales
sobre mujeres, hombres, relaciones y violencia; es válido pedir que paren,
decir que no estás de acuerdo con esos mensajes y promover la reflexión en tus
grupos y chats.
·
Si una
mujer que conoces te dice que la han violado, que alguien la acosa u hostiga, tómala
en serio y apóyala.
·
Respeta
el espacio personal (físico) de cualquier mujer, incluso en lugares donde hayan
muchas personas.
·
Mantén comunicación
constante con tus parejas sexuales, pregunta si están de acuerdo con la manera
en que se están relacionando físicamente, asegúrate de que no les incomode,
moleste o que no se sientan humilladas o agredidas sexualmente. No asumas que
por ser tus parejas, están obligadas a dar su consentimiento a todo. En
cualquier momento que tu pareja diga “no”, debes detenerte, no importa que tan
intensas se hayan puesto las cosas.
·
Define tu
propio concepto de lo masculino y lo femenino, cuestiona los estereotipos y no
permitas que ciertos usos y costumbres guíen tus actos.
Si podrías dejar la bibliografía sería estupendo.
ResponderBorrarGracias.