Tragedias y Desastres
Los desastres a los que nos enfrentamos a lo largo
de nuestras vidas pueden presentarse de diferentes formas; ciertas condiciones
climatológicas o manifestaciones de la naturaleza como huracanes, inundaciones,
terremotos y erupciones pueden provocar panoramas de desolación y desesperanza.
También existen enfermedades que causan
muertes masivas como el SIDA, el cáncer o virus desconocidos y también pueden
considerarse como desastres las muertes violentas e inesperadas como resultado
de un hecho poco común como un tiroteo, un asesinato o un accidente aéreo.
Constantemente escuchamos en las noticias sobre
eventos de este tipo en otros lugares, pero vivirlos en carne propia cambia la
perspectiva. Los efectos emocionales que las tragedias y los desastres súbitos
provocan tanto en adultos como en niños pueden ser devastadores; sobre todo
cuando hay pánico generalizado, la información no es clara y la situación aún
se encuentra fuera de control. Vivir un momento así implica un reto mayor para
estabilizar nuestras emociones y poder hacernos cargo del impacto que produce
en nosotros y sobre todo en los niños.
Con la finalidad de entender más claramente lo que
sucede en nuestro interior durante una tragedia o desastre, hablaremos sobre
algunas de las reacciones más comunes en los niños (y en los adultos) en los
momentos de crisis.
La manera en que cada persona reacciona ante una
emergencia, varía en forma e intensidad dependiendo de su temperamento, su
personalidad, la manera en que ha visto que situaciones similares se
desarrollan y la forma en que las personas que los rodean reaccionan en
momentos parecidos. Pero hay algunas generalidades que nos permiten prepararnos
para lidiar con nuestras emociones y las de nuestros hijos:
·
Falta de control: Por su naturaleza, los desastres
son situaciones que no podemos controlar y en la mayoría de los casos no
podemos hacer nada para prepararnos; la sensación de sentir que es imposible
aminorar sus efectos puede ser avasallante. Cuando vivimos un evento que deja
ver la fuerza de la naturaleza y simplemente estamos a disposición de sus
embates, el impacto emocional es aún mayor.
·
Perder la estabilidad: Sentirnos amenazados pone en
duda la confianza en uno mismo y puede afectar el equilibrio mental por
periodos prolongados de tiempo. Se pierde la percepción del límite de la
tragedia y es difícil entender la dimensión de las consecuencias. El pesimismo
y la falta de esperanza nos invaden y durante el desastre y los días siguientes
pensamos que todo terminará irremediablemente en cualquier momento.
·
Reaccionar egocéntricamente: La reacción inmediata del niño ante un
desastre incluye el temor a perder su propia seguridad. Su intensa
preocupación por lo que va a suceder y sus planteamientos de escenarios aún más
desastrosos podrían parecerle exagerados a un adulto pero para el niño son
reales y le resulta difícil anteponer las necesidades de otros a las
suyas. Los niños necesitan escuchar de los adultos palabras que
comuniquen tranquilidad y seguridad. Además, necesitan saber lo que va a
sucederles como resultado del desastre.
Existe una similitud en las reacciones ante un
desastre y en las que se tienen con otras pérdidas que generan un dolor
intenso. En este caso también se hacen presentes emociones como la depresión,
la negación y la ira. La forma en que se manifiestan varía de persona a
persona; por ejemplo, un niño en edad preescolar, podría negarse a hablar de la
situación, o podría hacer berrinches o payasadas cuando los adultos están
hablando del desastre. Un niño mayor tal vez se retraiga y se aísle en su
habitación o enfrente a sus padres descalificando sus reacciones ante el
desastre. Un adolescente podría interrumpir a sus padres insistentemente para
conseguir permiso de salir a divertirse con sus amigos.
Una vez pasada la crisis traumática del suceso,
pueden presentarse síntomas típicos del estrés en niños y adultos. En el niño,
los síntomas varían de acuerdo a su edad y madurez y es necesario buscar ayuda
profesional si resultaran extremos o permanecieran de manera prolongada.
Síntomas
de estrés en niños:
·
Niños en edad preescolar: Retroceso en el control de
esfínteres, orinarse durante la noche,
chuparse el dedo, apego excesivo
a los padres, inquietud al tratar de conciliar el sueño, disminución en el
apetito, miedo a la oscuridad.
·
Niños en edad escolar: Agresividad, irritabilidad, apego excesivo a los
padres, pesadillas, rechazo a la escuela, falta de concentración, aislamiento
de actividades y amigos, pleitos frecuentes con sus hermanos o primos.
·
Adolescentes: Dificultades al dormir, pérdida de apetito, rendimiento
académico pobre, síntomas físicos (dolor de cabeza, dolor de estómago),
conflictos con los padres y con las autoridades, falta de interés en los
amigos, agitación, falta de energía, irresponsabilidad, conducta delictiva o
inaceptable.
¿Qué hacer?
·
No
es fácil saber qué decir en momentos difíciles. Si no encuentras las
palabras indicadas para hablar con tu hijo, decirle que la situación está
siendo verdaderamente difícil para todos, darle un abrazo y decirle que lo amas
siempre tendrá un efecto positivo en él.
·
Esfuérzate por identificar sentimientos y emociones
ocultos en lo que hace tu hijo y ayúdale a ponerlos en palabras. El saber que
otros sienten la misma pena que él puede ser de gran ayuda.
·
Comparte
con él cuando la intensidad del desastre disminuya, notifícale los avances que
se van logrando y dile que hay autoridades y voluntarios que están tomando
acción para ayudar a los afectados. Se sincero en cuanto a lo que sucedió, lo
que va a ocurrir y al riesgo que existe para la familia. Resuelve sus dudas
para mitigar su incertidumbre. Algunas veces les es difícil expresar su miedo y
permiten que su imaginación magnifique lo que en realidad está sucediendo.
·
No niegues la gravedad de la situación. Decirle al niño que no llore porque
todo se va a arreglar o que no pasa nada, de ninguna manera refleja lo que el
niño siente. Además, él sabe muy bien que por lo menos en el futuro
inmediato no será así.
·
Ayuda al pequeño a saber qué palabras decirles a
otras personas. El
desastre coloca al niño en una situación abrumadora por no saber qué palabras
de apoyo ofrecer al amigo que pierde un familiar en un desastre. Oriéntalo y
guíalo para expresar de manera respetuosa y prudente su apoyo.
·
Incluye al niño en la planificación de actividades que le puedan
ayudar a manejar sus emociones y a recobrar dominio propio en su vida. Por
ejemplo:
·
Encender
velas o plantar un árbol en memoria de una muerte.
·
Recaudar
fondos para las víctimas del desastre.
·
Hacer
tarjetas con mensajes especiales para personas afectadas.
·
Hacer
dibujos y colocarlos en la pizarra de anuncios de la escuela o del
supermercado.
·
Redactar
un cuento o poesía sobre el desastre para incluirlo en algún proyecto escolar
relacionado.
·
Comunica a los maestros como ha reaccionado tu hijo
ante la tragedia, infórmate sobre las medidas que han tomado en la institución
para manejar el desastre.
·
Si hubieran servicios funerarios o servicios
celebrados en memoria de los fallecidos, haz los arreglos necesarios para que
el niño asista en tu compañía. Infórmale sobre lo que sucederá ahí para que
sepa que esperar de dicha experiencia. Si tu hijo es muy pequeño para asistir,
comparte con él también la dinámica, conocer lo que se hace al respecto puede
serle útil para ir forjando sus posturas ante la muerte.
·
Permite que el niño descanse. Las emociones vividas
pueden provocar en el niño mucha tensión y estrés que requerirán tiempo y
relajación para reponerse.
·
Es probable que el niño necesite seguir hablando de
lo sucedido tiempo después del desastre. Permítele hacerlo, eso ayudará a que
continúe organizando su percepción sobre el asunto.
·
Si sufre alucinaciones, tiene recuerdos intensos
relacionados con la experiencia, tiene pesadillas, lo notas aturdido o
indiferente (falta de demostraciones de afecto y falta de interés), sigue
inquieto, con dificultad para dormir, irritable o tiene sobresaltos exagerados por
un tiempo prolongado, considera acudir a un profesional. La técnica EFT®
resulta muy efectiva para tratar estos sentimientos.
·
Cuando
el efecto del desastre haya disminuido, vuelve a las rutinas acostumbradas,
aunque hubiera algún cambio programado, esfuérzate por mantener la rutina
diaria por algún tiempo para restablecer el sentido de bienestar y seguridad en
el niño.
Traumas
Se denomina Trauma
a la consecuencia en la estructura mental o vida emocional de un individuo tras
la exposición personal directa a un suceso que amenaza profundamente su
bienestar, a una amenaza real o potencial de muerte o a un grave daño a su
integridad física. También se puede presentar el trauma al ser testigo de un
evento que envuelve muerte, daño o amenaza a la integridad física de otra
persona; al enterarse de una muerte no esperada o violenta, de un daño serio,
una amenaza de muerte o daño experimentado por un miembro de la familia o por
otra relación cercana.
La respuesta al
suceso envuelve miedo intenso, incapacidad para ejercer el control y horror.
Además de esas reacciones, en los niños pueden presentarse negación, tristeza,
ira, culpa y comportamientos agitados.
El daño afecta al
sistema nervioso y también se presentan sucesos fisiológicos (diarrea, erupción
cutánea, dolores de cabeza) y sensaciones y emociones extraordinarias
(intimidación ante los estímulos normales del entorno, sentirse amenazado,
ansiedad, temor y desesperación). Un trauma conmociona todo el sistema.
Los adultos y sobre
todo los padres, tratamos de darle sentido a un acto completamente carente de
sentido. ¿Quién está preparado para el hecho de que un hijo sea asaltado física
o sexualmente, robado, atacado o involucrado en un accidente? ¿Quién puede
estar preparado para el hecho de que un hijo sea diagnosticado con una
enfermedad que amenace su vida, para un desastre natural, un ataque terrorista,
un incendio o un secuestro?
Los traumas,
ocurren de manera súbita, dejando poco tiempo para que niños y adultos nos
preparemos física o emocionalmente. El impacto es fuerte y se requiere apoyo
adicional para aprender nuevas estrategias para enfrentarse y lidiar con los
problemas. Los padres y la familia cercana somos pieza clave para ayudar a los
niños a recuperarse de un trauma. Necesitamos tomar la iniciativa y ser modelos
positivos en cuanto a las estrategias de resolución de conflictos.
El impacto del
trauma
La reacción de un niño
varía de acuerdo a la magnitud del trauma, a su perfil y personalidad, sus
herramientas desarrolladas para enfrentar los problemas y la posibilidad de
obtener apoyo. Generalmente después del trauma, los niños tienen regresiones en
cuanto a su comportamiento y rendimiento académico; pueden volverse más
dependientes o apegados, infelices, tener pesadillas, trastornos de sueño,
disminución del apetito y se hace evidente una mayor necesidad de atención y
consuelo.
Una forma
constructiva de ver la situación, es que es un niño normal ante una
circunstancia anormal.
Síntomas asociados
con el Trastorno por estrés postraumático
·
Volver a experimentar el trauma
durante el juego o sueños: Dramatizar repetidamente con juguetes lo que
sucedió, actuar (o sentir) como si el evento estuviera sucediendo de nuevo,
angustiarse ante sucesos similares al trauma o en su aniversario, tener sueños angustiantes relacionados con el
evento.
·
Evitar recordar el evento: Tener
dificultades para sentir emociones positivas, aislarse o tener comportamientos
de timidez, evitar lugares, personas y actividades que le recuerde el trauma.
·
Excitación e intranquilidad:
Dificultad para conciliar el sueño, interrupciones en el sueño nocturno,
irritabilidad, sobresaltos y dificultades para concentrarse.
¿Qué
hacer?
·
Ofrece seguridad al niño, es
indispensable que se sienta protegido y seguro después del trauma. Dale amor,
confianza, consuelo, cuidados y proximidad física. Dedica tiempo adicional para
informarle cualquier cambio en su rutina y dale información adicional sobre
eventos extraordinarios.
·
Escucha atentamente con empatía y
paciencia lo que el niño tiene que decirte. Si el niño se resiste a hablar,
pregúntale lo que piensa de lo que otros
niños pensaron y sintieron durante el suceso. Aliéntalo a compartir sus
sensaciones físicas (olores, sonidos, voces, temperatura, etc.) antes de hablar
sobre sus emociones.
·
Ten paciencia. Repetir muchas veces
la misma historia sobre el trauma es parte del proceso de curación. Los niños
necesitan contar su historia con detalles una y otra vez.
·
No subestimes la magnitud del trauma
sufrido por tu hijo.
·
Proporciónale espacios para pintar,
escribir, dibujar y hacer juegos de representación relacionados con el suceso.
Dale juguetes que le permitan personificar la situación que generó el trauma
(ambulancias, camiones de bomberos, equipo médico, etc.), de esta manera, el
niño irá entendiendo mejor lo que pasó. Imaginar finales diferentes para el
evento puede darle fortaleza emocional y ayuda a que se sienta más protegido
después de una tragedia.
·
Ayuda al niño a entender que después
de una situación así, es aceptable cualquier tipo de emoción o sentimiento.
Explícale que es normal y esperado sentir ira, miedo, enojo, tristeza,
vergüenza, culpa, dolor, abandono, etc.
·
Recordar el suceso, ayuda al niño a
volver a estructurar sus emociones.
·
Sé tolerante. NO ridiculices los
comportamientos, reacciones o relatos del niño. Es válido tener regresiones, es
normal sentir un remolino de emociones. Recuerda que la mayoría de estos
comportamientos son temporales.
·
Guía a tu hijo para corregir
cualquier distorsión de la realidad, es común que los niños perciban conceptos
erróneos acerca de las causas y naturaleza del trauma, sobre todo conceptos
relacionados con sentimientos de culpa, desconcierto, vergüenza y miedo.
·
La terapia es una excelente opción
para aprender más sobre lo que sucede emocionalmente tras un evento traumático,
esto hará que la confianza se recupere rápidamente. Los amigos, médicos,
consejeros, grupos religiosos y de ayuda son una fuente de apoyo y
acompañamiento también. La técnica EFT® es rápida y efectiva en situaciones
traumáticas.
·
Habla con el niño sobre lo que
sucederá en los trámites y eventos posteriores al evento, cuál será su papel y
lo que se espera de él, responde a todas sus preguntas con calma y serenidad.
Para un niño, una cirugía, presentarse en la corte o ir a un funeral es algo
completamente desconocido.
·
No dejes de divertirte y tener
actividades placenteras con los niños, esto proporcionará un sentimiento de
normalidad para ellos.
·
Comunica a maestros y autoridades
escolares lo ocurrido para que sean comprensivos y tengan buena disposición
para ayudar al niño.
·
Asegúrate de que tu hijo sepa que es
posible sanar y salir adelante después de una situación o evento traumático sin
importar su magnitud. Los mensajes que reciben de ti influyen mucho en su
capacidad y destreza para resolver el trauma.
·
Que el niño sepa que también la
situación está siendo difícil para ustedes como padres, puede ofrecerle comprensión
y alivio emocional.
·
No mientas, se siempre honesto
acerca de lo sucedido y lo que podría ocurrir.
·
Asegúrate de que los niños entienden
la seriedad de lo que pasó. Permíteles llorar (pedirles que no lo hagan porque
todo va a estar bien, solamente niega la seriedad de la situación).
·
Respeta los temores y sentimientos
del niño. Obligarlo a abandonar sus miedos en pro de la valentía o la razón no
funciona. Ofrécele ayuda para resolver juntos la situación.
·
Ayúdale a poner en palabras sus
sentimientos, eso ayudará a que el niño interiorice lo que pasa y reinterprete
sucesos y sentimientos de una manera positiva.
Existen muchos
métodos para abordar y resolver las crisis, su objetivo es guiar a la persona
afectada a reprocesar el trauma en un ambiente contenido y seguro. Si la
familia toma la decisión de medicar al pequeño para controlar algún efecto
traumático por recomendación de un especialista, es necesario que no se
abandone la terapia emocional. El medicamento aplaca temporalmente los
síntomas, pero por si solo no resuelve de manera definitiva el impacto
traumático en el niño.
Intervención en Crisis
Crisis significa
ruptura, es una situación complicada y sucede cuando nuestros mecanismos de
adaptación han sido sobrepasados por una situación. A medida que nuestro nivel
de estrés se eleva, el peligro se hace latente ya que nos volvemos más
impulsivos y nuestros mecanismos de reacción y comportamiento se ven
disminuidos de manera abrupta.
Las crisis
normalmente ocurren después de cambios significativos o pérdidas en la vida de
una persona, como el fin de una relación importante, una muerte, divorcio,
reprobar en la escuela, cambio de ciudad o de país, bancarrota, un diagnóstico
terminal, un accidente, un asalto, un nacimiento en la familia, la pérdida de
la libertad, etc.
Las crisis son
situaciones normales en la vida de una persona, son experimentadas por la
mayoría de las personas y es posible adaptarse exitosamente a estos cambios.
Dichas experiencias fortalecen la capacidad personal para manejar situaciones
similares en el futuro. Tal vez sin darnos cuenta a lo largo de nuestra vida,
hemos salido exitosamente varias crisis y hemos ayudado a amigos y familiares a
pasar a través de ellas lo que nos ha llevado a desarrollar y perfeccionar
maneras eficientes de manejarlas.
Durante una crisis,
las personas actuamos de manera diferente a como normalmente lo hacemos. Las
reacciones dependen de la naturaleza del evento que ocasionó la crisis, de
nuestra capacidad de adaptación y de los cambios paulatinos o súbitos que se
vayan presentando.
¿Qué
hacer?
·
Para ayudar a que la persona en
crisis recupere el balance, el primer paso es establecer contacto. La rapidez
para evaluar el grado de alteración que está sufriendo, será determinante para
decidir la estrategia de acercamiento. Se le puede tocar, sacudirla
ligeramente, tomarlo de la mano, hacer contacto visual, ofrecerle una bebida,
una manta o algo que lo reconforte y lo haga conectarse nuevamente con el lugar
físico en el que está.
·
No juzgues. Para lograr entender la
crisis de una persona, es mejor escuchar sin expectativas ni interpretaciones
personales. Para que la persona hable sin reservas sobre lo que le está
sucediendo asegúrale que no compartirás con nadie lo que platiquen (y no lo
hagas a menos que su vida o la de alguien más corra peligro, o se trate de
algún crimen en el que si callas te conviertas en cómplice. En esos casos, es
tu obligación dar parte a la autoridad competente).
·
A menudo, las personas en crisis
están nerviosas y sus pensamientos están desorganizados, les es muy difícil ser
objetivos y definir el problema. Puedes ser tu quien los ayude a aclarar sus
ideas y el problema haciendo junto con ellos una lista de las alternativas
disponibles, sean lo más específicos posible.
·
Anima a la persona en crisis para que
tome sus propias decisiones (no decidas por él), preséntale diferentes
estímulos y opciones para tomar acción o dar el paso que necesita para comenzar
de nuevo el proceso de adaptación y salir de ese esa sensación de
estancamiento.
·
Ayuda en la investigación sobre
información que pudiera ser útil en su situación como estadísticas, grupos de
apoyo, asistencia legal, círculos sociales, etc. Tal vez la persona no esté en
la mejor condición para hacer ese trabajo de manera eficiente y tú puedas ser
el enlace o apoyo con esos recursos.
Lo que acabas de leer es un extracto del libro "Enseñando a los niños a enfrentar las pérdidas" de Amparo Bandera. Actualmente está dividido en 3 guías prácticas que puedes encontrar en formato digital por $50.00 c/u.
En este link puedes adquirirlas: Tienda Amparo Bandera Terapia
Los títulos que encontrarás son:
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