A pesar de que en los últimos años,
se ha multiplicado el número de denuncias de menores por violencia de género, no todas las
jóvenes se atreven a denunciar. El miedo, la falta de información sobre qué
hacer y a quién acudir, el poco apoyo y falta de credibilidad por parte de los
familiares y autoridades escolares y sobre todo, el no poder reconocer como
violencia algunos comportamientos que se consideran normales y parte del amor,
hacen que solo una pequeña parte del número real de jóvenes que viven agresiones
de personas con quienes deberían sentirse seguras sea visible.
Las conductas violentas se banalizan en el entorno en
el que crecen muchos niños, niñas y adolescentes. Los videos musicales, series
de TV, películas, youtubers, bloggers y las letras de muchas canciones promueven
un ideal de pasión-sufrimiento, de celos como muestra de amor y como mecanismo
para cambiar a la otra persona, de ahí los y las jóvenes aprenden que las
parejas en general discuten y tienen desencuentros intensos, que se celan, se
controlan, se gritan, se amenazan y chantajean como parte de estar enamorados y
querer estar juntos. Suponen que la violencia es inevitable en las relaciones. Así
empiezan a relacionar las conductas de acoso o agresión con el amor, el interés
y la preocupación por la persona agredida en lugar de considerarlo una muestra
de violencia, intento de control, posesión y manipulación. Millones de
adolescentes suspiran ante ídolos juveniles que claramente muestran señales de
violencia y control, estereotipos tóxicos, roles sexistas (sobre todo los que
perpetúan el mito del chico malo, violento y dominante y la niña buena, sumisa,
recatada, complaciente) y modelos de noviazgo y matrimonio que muchas quisieran
vivir aunque implique renunciar a su esencia, autoestima y libertad.
Las series
y películas por supuesto no muestran cómo abordar y gestionar los conflictos de
forma no violenta. ¿De dónde aprenderían entonces las nuevas generaciones a
relacionarse de forma libre y sana en pareja?
Necesitamos reflexionar sobre lo que hasta
hoy hemos entendido por amor para poder guiar a nuestros jóvenes a relaciones
afectivas sanas y libres. Es necesario tener claro que el cariño, la confianza
y el respeto son básicos en las parejas saludables y que la violencia, los
insultos, las mentiras, la manipulación y el machismo solo están presentes en
las relaciones tóxicas. Pero conocer y darles la teoría, no es suficiente para
crear y mantener una relación sana. Al pensar en temas como los celos y el
control parece que en adultos y en jóvenes las justificaciones empiezan a
surgir defendiendo que “ser un poco celosos demuestra el amor verdadero” o “complacer
a la pareja en cuanto a la forma de vestir, arreglo personal o dejar algunas
amistades o actividades no está mal… ya que hay que cuidar el amor”… así, por
esos huecos, empieza a abrirse el paso al sometimiento y al dominio. Tanto
adultos como jóvenes en un gran porcentaje, consideran aceptable e inevitable
que su pareja controle sus horarios, que les impida estar en contacto con ciertas
personas, que revise su celular y redes sociales o les diga lo que debe hacer y
lo que no.
"La violencia de género es una estrategia de
dominio y control que persigue el sometimiento a través de maniobras que al
principio tienden a camuflarse en nombre del amor, por eso tienen tanta
dificultad para ser conscientes de lo que está pasando y ponerle nombre" (Carmen
Ruiz Repullo).
El noviazgo empieza bien, pero poco a
poco empieza a escalarse para ganar control sobre la pareja y cada vez hacer
más difícil el poder terminar la relación. Se ejerce control (facilitado el día
de hoy por instrumentos de fiscalización continua como los móviles y las redes
sociales), luego empiezan los reclamos y se prohíben actividades y amistades,
se chantajea, se genera culpa, se disminuye la autoestima, la independencia y
el empoderamiento de la otra persona, se siembra la semilla de la culpa y la
vergüenza, luego vienen agresiones sexuales sin consentimiento (o con
consentimiento falso a partir del chantaje), humillaciones, insultos, amenazas
y finalmente violencia que incluye jaloneos, empujones y golpes.
A pesar de las señales evidentes de
agresión, se mantiene la relación por un ideal: el romanticismo, que abarca muchísimos
mitos para justificar lo injustificable: “tu y yo somos uno mismo”, la media
naranja, el amor lo puede todo, hay que amar hasta que duela, la renuncia y la
entrega, regresar al “buen camino” y hacer que el novio siente cabeza, los
polos opuestos se atraen, sin ti no soy nada o prefiero morir contigo a vivir
sin ti.... Es obvio que las relaciones tóxicas y violentas no empiezan de golpe
así (si no, nadie se animaría a entrarle), todo se da gradualmente, muchas
veces de manera sutil, de forma en que siempre se encuentran disculpas y
justificaciones para los comportamientos agresivos… se cree que son situaciones
aisladas, generadas por el estrés o por algo que no volverá a suceder, y en menos
de lo que canta un gallo, la joven está viviendo aterrorizada, ha sido
humillada, abusada, golpeada, encerrada y chantajeada… todo en nombre del amor.
Las jóvenes necesitan el apoyo de sus padres y adultos en sus vidas para detener la violencia en sus noviazgos. Necesitamos revisar los mandatos
sociales de género, acabar con los estereotipos, dejar de exigir a las mujeres
que sean cariñosas, sacrificadas, sumisas, dependientes, débiles, rescatadoras
y obligadas a cuidar de todos los demás (en especial de su pareja) a pesar de
cualquier situación y a los hombres debemos dejar de exigirles ser fuertes,
rudos, poderosos, valientes y violentos. La desigualdad es algo que se aprende, no es algo natural ni
instintivo… la clave está en desaprenderla para dejar de fomentar su expresión
más extrema que es la violencia contra las
mujeres.
Señales de alerta para padres
·
Tu hija ha cambiado de grupo de amigos y amigas.
·
Se aísla cada vez más, no tiene ganas de salir o de hacer cosas que
antes le gustaban.
·
Recibe llamadas o mensajes telefónicos que condicionan su estado de
ánimo.
· Tiene cambios de humor constantes (más intensos de lo que corresponde a
la adolescencia).
·
Ha cambiado su manera de vestir.
·
Muestra miedo o temor físico respecto a su novio, sus reacciones y lo
que él va a pensar de ella aún ante situaciones rutinarias.
·
Su novio le reclama atención continua, exclusividad y dedicación de
tiempo completo.
·
Su novio es mayor que ella y/o tiene una gran capacidad de persuasión y
manipulación.
·
Se siente insegura, no digna, inferior y demuestra dependencia del
muchacho con el que sale.
·
Él es celoso, controlador, posesivo e intransigente.
Si aún crees que no estás en una relación violenta, revisa estos síntomas:
·
Tu novio ha intentado que dejes a tus amigos y amigas. No le gustan, se
burla, les pone apodos y te habla mal de ellos y de ellas.
·
No quiere que vayas sola a ninguna parte, quiere acompañarte a todos
lados o prefiere que no salgas sin él (en nombre de la decencia).
·
Reacciona de manera exagerada, te arma escenas de celos y numeritos
avergonzándote en público.
·
Te ha grabado sin que tú lo supieras.
·
Intenta saber quién te manda mensajes, quien te llama, vigila tu celular
y tus contactos en Whatsapp, Facebook, Twitter… Te exige que le muestres tus
mensajes privados (argumentando que no tienes nada que esconder entonces no
deberías tener problemas en enseñárselos).
· Probablemente tenga forma de rastrear tu celular para conocer todo el
tiempo tu ubicación (argumentando que se preocupa por ti y por tu seguridad).
·
Controla tu manera de vestir, de peinarte, maquillarte, de reírte, de
hablar, de moverte, de comportarte.
·
Te ha pedido que abandones alguna clase o tu trabajo bajo el pretexto de
que alguien podría acosarte, de que tienes jefes, maestros o compañeros que le
dan mala espina o porque “tu no necesitas trabajar” y él o tus padres se
encargarán de que no te falte nada.
·
Se burla de ti, te ridiculiza, te hace sentir que no vales nada.
Encuentra defectos en casi todo lo que haces.
·
Te ha hecho sentir que nadie más querría andar contigo y que tienes
suerte de que él si (como si estuviera haciéndote un favor).
·
No confía en ti, te acusa de coquetear con otros. Desconfía de lo que
dices y te pide pruebas de lo que haces y con quien estás.
·
Dice que lo haces enojar, que lo provocas. Se enoja y se altera tanto,
que sientes miedo.
·
Te ha pegado, jaloneado o empujado alguna vez (una sola vez es
suficiente).
·
Te has sentido obligada a conductas de tipo sexual en las que no querías
participar. Pone en duda tu amor por él y tu lealtad si no accedes a lo que te
pide.
·
Te amenaza con abandonarte o serte infiel si no haces lo que te está
pidiendo.
· Se hace la víctima, te responsabiliza por su desesperación, su tristeza
o su enojo y te amenaza con suicidarse si le dejas.
·
Promete cambios que no cumple.
·
Se queja de ti en redes sociales, te critica, se burla, te insulta o
difunde mensajes privados y fotos tuyas por internet o en su celular sin tu
permiso.
·
Te “acusa” con tus padres, para que consten tus errores y poner en
evidencia tus conductas “poco respetuosas” o “inmorales” desde su punto de
vista (siempre con exageraciones y juicios de valor).
SIEMPRE hay algo
que hacer, si te has identificado en cualquiera o varios de estos síntomas,
pide ayuda. La terapia es de gran utilidad para recuperar tu fortaleza,
empoderarte y aprender a poner límites, terminar la relación y dejar de repetir
patrones tóxicos en tus relaciones. Recuerda que el amor no debe sufrirse, debe
disfrutarse y aportar cosas positivas a tu vida.
Día
Internacional de NO violencia hacia la mujer
En 1981 se celebró en Bogotá,
Colombia, el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. Entre
muchas otras cosas, allí se decidió que el 25 de noviembre sea el Día
Internacional de No Violencia contra las Mujeres. La fecha fue elegida para recordar
el asesinato en 1960 de las hermanas Mirabal a manos de la dictadura de
Leónidas Trujillo en República Dominicana.
Más de una década después, en 1993,
la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre la
Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Allí se definió que la violencia
hacia la mujer era “todo acto de
violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño
físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la
prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o
en la vida privada”.
Allí mismo se afirmó la necesidad de
“una clara declaración de los derechos que se deben aplicar para asegurar la
eliminación de toda violencia contra la mujer en todas sus formas, y un
compromiso de los Estados y de la comunidad internacional en general para
eliminar la violencia contra la mujer”.
Finalmente, en su resolución 54/134
del 17 de diciembre de 1999 la Asamblea General de Naciones Unidas resolvió que
a partir del año siguiente, el 25 de noviembre sería la fecha estipulada como
el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
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