Muchas
personas viven un amor fracasado con tal persistencia, que una vida entera no
les basta para superarlo. Enviudan sin que se les haya muerto nadie y con las
heridas abiertas, recuerdan día a día los detalles de su pasión truncada como
si fuera ayer; clavados en un duelo no resuelto, mantienen un luto eterno que
les impide despejar la nostalgia y estar presentes para lo nuevo.
Petrificados,
miran sólo hacia atrás mientras dejan pasar nuevas oportunidades de formar
pareja. Aferrados a una relación amorosa que hace rato ya murió, son incapaces
de completar el ciclo para vivir el presente y
construir el futuro. A pesar de sí mismos, se quedan anclados emocionalmente
en el pasado y no completan la relación aunque ya haya terminado.
Cuando se está
enfermo de otro, obsesionado, apegado y desesperado por una relación que ya
tuvo final, es fácil que los sentimientos puedan confundirse. Así, podemos
creer que es amor lo que quizás sea más bien tristeza infinita, rabia por el
abandono, culpa por sobrevivirlo, miedo al vacío o una manera de vengarse por
la traición y el daño recibidos. Probablemente simplemente sea el ego que se
niega a admitir la derrota; cuesta tolerar que las cosas no salgan de acuerdo a
lo planeado y esto ocasiona que todo el tiempo nos ronden las palabras y los sentimientos
que de no pudimos expresar.
Invadidos
por el orgullo, nos es difícil soportar que el otro viva feliz sin nosotros,
resulta casi imposible aceptar que desaparecimos de su vida sin dejar rastro. Podría
tratase también de exceso de lealtad a una historia vivida con intensidad o una
forma particular de hacerle un homenaje a quien se quedó con nuestras
ilusiones. Quizá sean profundas añoranzas de los buenos momentos, expectativas
falsas a las cuales seguimos apegados, una inmensa tristeza por todos los
sueños que se nos han desmoronado o tal vez sean heridas de la infancia o
asuntos no resueltos del pasado.
¿Cuál es el
secreto para salir del laberinto de la añoranza?
1. Superar los duelos toma tiempo, no
desesperes.
2. Comprende que lo único real es que
ese amor ya no está contigo y que eres tu quien lo mantiene vivo. Estás
viviendo con ideas del pasado, negando el presente, negándote a ti mism@,
frenando la posibilidad de avanzar.
3. Aprende a darte por vencid@:
Si dejas de insistir y te retiras,
inevitablemente se extinguirá la pasión que habita como fantasía en tu mente. Si
dejas ir a tu antiguo amor, dejas espacio libre para que algo o alguien
extraordinario llegue a tu vida, fluyes y dejas de nadar contra corriente.
4. Aceptar y reconocer lo que hubo y
lo que no hubo en la relación sería un buen inicio para crear un nuevo espacio
y no vivir en el luto eterno.
5. Llora todo lo que
tengas que llorar, renuncia a la nostalgia, expresa lo que tengas que expresar.
6. Regresa al presente
de tu vida y construye tu presente y futuro en lugar de añorar lo que fue y lo
que no fue: no dediques más energía a esconder el corazón destruido.
7. Deja de contarte el
drama cada vez que puedes. Ten cuidado porque el dolor distrae y se puede
convertir en costumbre.
8. Asegúrate de haber
completado la antigua relación para no arrastrarla a una nueva, no es muy
cierto eso de que un clavo saca otro clavo.
Despedirte
del amor agotado y mirar hacia delante crea un espacio que permite que algo extraordinario ocurra en tu vida.
Guillermo Esponda Rached
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