A pesar de que la muerte es una parte natural de la vida, la pérdida
definitiva de alguien a quien amamos es un verdadero parteaguas y nos hace
sentir confundidos, inseguros y sin saber cómo avanzar en el nuevo panorama que
tenemos frente a nosotros. Ya no tener contacto físico con alguien a quien
amamos, dejar de ser alguien para quien ya no está, ver cancelados los planes
que teníamos juntos es devastador y requiere inevitablemente vivir un duelo, no hay más que experimentar el
conjunto de reacciones que se están generando en nosotros a partir de esa
pérdida
La crisis que se desata al perder a una o varias personas nos lleva a sentir
miedo, a enfrentar cambios dolorosos y nos coloca en un punto de partida donde
se abren 2 caminos: uno de esos caminos conduce al sufrimiento, a la
improductividad, al estancamiento y a la enfermedad física, emocional y/o mental.
El otro camino conduce a nuevas posibilidades: recuperarnos del dolor, encontrar
una vida productiva, aprovechar la experiencia adquirida, hacer algo nuevo,
desarrollarnos y realizar nuestros deseos, es decir resignificar la pérdida y
volver a conectarnos con la vida. Por
supuesto llegar a la decisión de elegir el segundo camino toma tiempo, es un
proceso… después de asimilar lo sucedido y vivir el duelo, es posible replantearse muchas cosas y volver a sentir ganas de vivir,
de hacerlo con plenitud y de confiar de nuevo.
Nunca
olvides que: Una persona en duelo es una persona con el corazón roto, NO es
una persona rota.
Es común que nos
aconsejen distraernos (sea lo que sea que esto signifique), pero eso solamente
quitaría valor a tus sentimientos y emociones, evitaría que prestes atención a
lo que estás sintiendo y a lo que te está pasando. Si ya no está contigo alguien a quien amas mucho y estás sintiendo una gran
tristeza, esto puede ayudar:
· Pon en palabras lo que sucedió, expresa la manera en que te
sientes y localiza en tu cuerpo las señales que te indiquen la tristeza o la
manera en que estás sintiendo el dolor.
· Respeta tu necesidad de espacios tranquilos y de soledad,
permítete estar contigo y entender lo que te está pasando.
· Tienes derecho a sentirte enojado o triste, vivir tu duelo es algo
necesario y es tu responsabilidad hacerlo incluyendo sentir emociones intensas
y confusas, pero no es aceptable tener actitudes agresivas u ofensivas con los
demás. No te desquites con otros.
· Genera espacios cómodos, comprensivos y abiertos al diálogo para
ti, necesitas compartir lo que estás sintiendo y escuchar a otras personas. Si
no encuentras alguien con quien hacerlo, busca ayuda terapéutica, en esos
espacios es posible hablar francamente de lo que sucede, asimilarlo, encontrar contención
y reencontrar capacidades para volver a conectarse con las ganas de vivir.
Si estás sintiendo culpa por
lo que sucedió, por lo que se dijo o se hizo o por lo que no pasó, por lo que
se dejó de hacer o faltó decir, considera las siguientes posibilidades:
· Explora
el malestar que produce la culpa en ti. Identifica si lo aprendiste de alguien
más, si así te lo enseñaron, si estás imitando a alguien o está siendo
fomentado por alguna persona cercana.
·
Trabaja
para reconciliarte con tu seguridad y autoestima. Elabora un balance realista
de los verdaderos motivos que te están haciendo sentir culpa.
·
Evita
autocriticarte de manera negativa.
· Trabaja
en el perdón sincero hacia ti, perdónate por lo que crees que has generado y
perdónate por culparte; desarmar estas creencias puede tomar tiempo, pero
llevar tu atención voluntariamente a los recuerdos agradables en lugar de lo
que no será, es posible.
· Acepta
tus emociones sin juzgarlas, de esta
forma, dejarás de sentirte culpable y estarás aumentando la confianza en ti
mismo, lo cual te ayudará a sentirte más cómodo y seguro para tomar acciones
respecto a tus emociones y a las decisiones que tomarás.
Para superar el duelo:
·
Comprende
la naturaleza de la pérdida que estás viviendo y acepta que toda pérdida
reclama un duelo. Darte tiempo para vivirlo es tu responsabilidad.
·
Atiende
la raíz del problema. Todos cargamos una gran cantidad de duelos (de diferentes
dimensiones) que siguen abiertos, cargamos muchas pérdidas en la vida. La
acumulación de estos duelos sin cerrar y
el significado que damos a las ausencias, hacen que vivamos las pérdidas con
gran dolor y que nos invada el miedo (a nuestra propia muerte, a la muerte de
los demás, a perder cosas y personas que consideramos valiosas) y eso deteriora
nuestra calidad de vida. Reconciliarnos con la muerte y con las pérdidas es
indispensable para reconciliarnos con la VIDA.
·
No te
evadas. Enfrenta y comprométete asumiendo que será un trabajo personal a largo
plazo que debe incluir aceptación, resignificación, espiritualidad, atender tus
emociones, abrir tus horizontes y estar presente en el día a día (dejar de
vivir en el pasado y atormentarse por el futuro que no podrá ser). Asimilar
de manera consciente la pérdida hará que dejes de vivir con terror a perder otra
vez y será posible dejar de colocarte en una posición vulnerable.
·
Es
necesario reprogramar nuestra actitud ante la pérdida, volver a programar nuestra
mente ya que solo a través del cambio del significado que tenemos respecto a la
muerte es posible comprender el sentido de la vida. La vida y muerte son
inseparables, si al perder a un ser querido empezamos a vivir con miedo a morir
o a que mueran más seres amados, estaremos viviendo a medias; ten la certeza de
que es posible volver a vivir la vida con gran entusiasmo si le das otro
significado tanto a la vida como a la muerte… esos nuevos significados dependen
de ti, solo tú puedes generarlos.
·
Comprométete
con actividades, cosas y personas que te conecten con la vida.
·
Provoca
emociones nuevas, explora nuevas posibilidades, participa en experiencias que
te motiven y estimula nuevos conocimientos; desarrolla nuevos hábitos,
disciplinas, deportes, oficios o pasatiempos, así te será más fácil resignificar
el duelo.
Lo que NO ayuda a superar un duelo:
·
Excesos en comida y/o ejercicio.
·
Guardar y alimentar rencores.
·
Actividades de alto riesgo.
· Actitudes violentas contra nosotros mismos o contra quienes están
a nuestro alrededor.
· Atormentarse con pensamientos fantasiosos a través de nuestra
mente, libros, películas, novelas, compras, trabajo en exceso y aislamiento.
Existe un tiempo
razonable para sentir la pérdida, pero si estas emociones continúan por un
periodo extendido puede que algo no esté bien, sobre todo cuando te impiden
llevar a cabo tareas básicas e inevitables como lo son la familia, el hogar,
tus grupos y actividades sociales o tu trabajo. Si sientes ansiedad o miedos
que no te permiten realizar tus actividades normales o tu rutina mucho tiempo
después de la pérdida, pide ayuda. En cualquier caso, recomiendo el
acompañamiento terapéutico lo más pronto posible, pero en los siguientes casos
sin discusión:
·
Si
vives con miedo constante de que algo te pase a ti o a tus seres queridos y
evitas hacer cosas que antes hacías sin problema.
·
Si
tienes síntomas físicos que no desaparecen después de un periodo razonable,
sobre todo si el médico confirma que no hay ninguna enfermedad que los sustente
o si tus síntomas parecen estar relacionados con los síntomas de la persona que
falleció, por ejemplo: si tu ser querido sufrió un ataque al corazón y tu
sientes dolores en el pecho sin explicación; o si la persona murió de un
infarto cerebral y constantemente tienes dolor de cabeza.
·
Si
sufres de depresión o falta de energía prolongadas. Considera que has sufrido
una pérdida importante y necesitarás un tiempo (como parte del proceso normal)
en el que probablemente tu ritmo de actividades, tu impulso y tu disposición se
vean disminuidos. Perder a un familiar o amigo querido es algo serio para tus emociones,
pero si sigues sin querer participar en actividades, se te dificulta concentrarte,
presentas una falta de energía significativa, interrumpes constantemente tu
periodo de sueño por las noches, no quieres comer, sientes una tristeza
abrumadora, muestras una obsesión por la muerte o lloras constantemente por un
periodo de más de tres o cuatro semanas, necesitas atender tu estado emocional.
·
Actualmente
hay a nuestro alcance muchas opciones de apoyo para acompañarnos en estos
momentos difíciles, pero recuerda que no toda ayuda es útil. Necesitas
investigar y probar algunas opciones antes de tomar una decisión definitiva.
Busca grupos, terapia o asesoría que satisfaga tus expectativas y necesidades
específicas. Si algo te hace sentir incómodo o desconfiado, puedes decir no o
suspender el contacto de inmediato.
Por ti, por los tuyos:
·
Concédete
tiempo para hablar sobre lo sucedido, investigar, hacer preguntas y expresar tu
dolor. Comparte tus sentimientos, tu dolor y tus miedos con quienes sientas
confianza, necesitas desgastar la historia de lo que ha sucedido.
·
Toma
el espacio y tiempo que necesites para llorar y añorar a tu ser querido.
·
Puedes
escribir sobre la manera en que te sientes, hacer una lista de los sentimientos
que se presentan y lo que generan en ti.
·
Date
tiempo en privado, es normal sentir que lo que está pasando no es real, sentir miedo,
cólera, frustración e inquietud en tiempos de crisis y ante la pérdida de un
ser amado. Evita decirte a ti mismo frases como “me quiero morir” “siento que
me estoy muriendo”, entiendo que estés sintiendo un dolor muy profundo, pero el
sacrificio de tu vida y tus posibilidades no cambian la situación y te colocan en
una posición donde magnificarás cualquier pérdida subsecuente (exista o no
exista), en lugar de fortalecerte.
·
Evita
decir frases en las que manifiestes el deseo de la persona ausente o fallecida
en función de tus pensamientos, acciones o tu manejo del dolor, por ejemplo: “A
mi mamá le gustaría que yo ya estuviera bien”. “Mi abuelo se sentiría tranquilo
si yo estuviera sonriendo y de vuelta a la normalidad”.
·
Cuando
te encuentres más tranquilo, acepta invitaciones para salir, viajar y/o vuelve
a invitar a tus amigos a tu casa. Está bien hacerlo de nuevo y es necesario que
conserves tus vínculos sociales.
·
Es
muy útil unirse a grupos en donde otras personas compartan su experiencia.
·
Organiza
una estructura en tu día a día, establece una rutina.
Si estás pasando por
un duelo, recuerda que no estás solo, siempre hay personas que te estiman
genuinamente a tu alrededor y dispuestos a brindarte su apoyo. Acepta recibir
ayuda y permite que los demás te contengan y demuestren su cariño hacia ti.
Con mucho cariño
para 3 personas muy queridas para mi que están pasando momentos difíciles:
AF, MDB y DB.
AF, MDB y DB.
¡Las quiero con todo mi corazón!
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