martes, 15 de marzo de 2016

Cuando alguien a quien amamos ya no está

A pesar de que la muerte es una parte natural de la vida, la pérdida definitiva de alguien a quien amamos es un verdadero parteaguas y nos hace sentir confundidos, inseguros y sin saber cómo avanzar en el nuevo panorama que tenemos frente a nosotros. Ya no tener contacto físico con alguien a quien amamos, dejar de ser alguien para quien ya no está, ver cancelados los planes que teníamos juntos es devastador y requiere inevitablemente vivir un duelo, no hay más que experimentar el conjunto de reacciones que se están generando en nosotros a partir de esa pérdida


La crisis que se desata al perder a una o varias personas nos lleva a sentir miedo, a enfrentar cambios dolorosos y nos coloca en un punto de partida donde se abren 2 caminos: uno de esos caminos conduce al sufrimiento, a la improductividad, al estancamiento y a la enfermedad física, emocional y/o mental. El otro camino conduce a nuevas posibilidades: recuperarnos del dolor, encontrar una vida productiva, aprovechar la experiencia adquirida, hacer algo nuevo, desarrollarnos y realizar nuestros deseos, es decir resignificar la pérdida y volver a conectarnos con la vida. Por supuesto llegar a la decisión de elegir el segundo camino toma tiempo, es un proceso… después de asimilar lo sucedido y vivir el duelo, es posible replantearse muchas cosas y volver a sentir ganas de vivir, de hacerlo con plenitud y de confiar de nuevo. 

Nunca olvides que: Una persona en duelo es una persona con el corazón roto, NO es una persona rota.

Es común que nos aconsejen distraernos (sea lo que sea que esto signifique), pero eso solamente quitaría valor a tus sentimientos y emociones, evitaría que prestes atención a lo que estás sintiendo y a lo que te está pasando. Si ya no está contigo alguien a quien amas mucho y estás sintiendo una gran tristeza, esto puede ayudar:

·       Pon en palabras lo que sucedió, expresa la manera en que te sientes y localiza en tu cuerpo las señales que te indiquen la tristeza o la manera en que estás sintiendo el dolor.
·      Respeta tu necesidad de espacios tranquilos y de soledad, permítete estar contigo y entender lo que te está pasando.
·    Tienes derecho a sentirte enojado o triste, vivir tu duelo es algo necesario y es tu responsabilidad hacerlo incluyendo sentir emociones intensas y confusas, pero no es aceptable tener actitudes agresivas u ofensivas con los demás. No te desquites con otros.
·   Genera espacios cómodos, comprensivos y abiertos al diálogo para ti, necesitas compartir lo que estás sintiendo y escuchar a otras personas. Si no encuentras alguien con quien hacerlo, busca ayuda terapéutica, en esos espacios es posible hablar francamente de lo que sucede, asimilarlo, encontrar contención y reencontrar capacidades para volver a conectarse con las ganas de vivir.

Si estás sintiendo culpa por lo que sucedió, por lo que se dijo o se hizo o por lo que no pasó, por lo que se dejó de hacer o faltó decir, considera las siguientes posibilidades:


·         Explora el malestar que produce la culpa en ti. Identifica si lo aprendiste de alguien más, si así te lo enseñaron, si estás imitando a alguien o está siendo fomentado por alguna persona  cercana.
·          Trabaja para reconciliarte con tu seguridad y autoestima. Elabora un balance realista de los verdaderos motivos que te están haciendo sentir culpa.
·          Evita autocriticarte de manera negativa.
·       Trabaja en el perdón sincero hacia ti, perdónate por lo que crees que has generado y perdónate por culparte; desarmar estas creencias puede tomar tiempo, pero llevar tu atención voluntariamente a los recuerdos agradables en lugar de lo que no será, es posible.
·        Acepta tus emociones sin juzgarlas, de esta forma, dejarás de sentirte culpable y estarás aumentando la confianza en ti mismo, lo cual te ayudará a sentirte más cómodo y seguro para tomar acciones respecto a tus emociones y a las decisiones que tomarás.

Para superar el duelo:

·           Comprende la naturaleza de la pérdida que estás viviendo y acepta que toda pérdida reclama un duelo. Darte tiempo para vivirlo es tu responsabilidad.
·           Atiende la raíz del problema. Todos cargamos una gran cantidad de duelos (de diferentes dimensiones) que siguen abiertos, cargamos muchas pérdidas en la vida. La acumulación de estos  duelos sin cerrar y el significado que damos a las ausencias, hacen que vivamos las pérdidas con gran dolor y que nos invada el miedo (a nuestra propia muerte, a la muerte de los demás, a perder cosas y personas que consideramos valiosas) y eso deteriora nuestra calidad de vida. Reconciliarnos con la muerte y con las pérdidas es indispensable para reconciliarnos con la VIDA.
·           No te evadas. Enfrenta y comprométete asumiendo que será un trabajo personal a largo plazo que debe incluir aceptación, resignificación, espiritualidad, atender tus emociones, abrir tus horizontes y estar presente en el día a día (dejar de vivir en el pasado y atormentarse por el futuro que no podrá ser). Asimilar de manera consciente la pérdida hará que dejes de vivir con terror a perder otra vez y será posible dejar de colocarte en una posición vulnerable.
·           Es necesario reprogramar nuestra actitud ante la pérdida, volver a programar nuestra mente ya que solo a través del cambio del significado que tenemos respecto a la muerte es posible comprender el sentido de la vida. La vida y muerte son inseparables, si al perder a un ser querido empezamos a vivir con miedo a morir o a que mueran más seres amados, estaremos viviendo a medias; ten la certeza de que es posible volver a vivir la vida con gran entusiasmo si le das otro significado tanto a la vida como a la muerte… esos nuevos significados dependen de ti, solo tú puedes generarlos.
·           Comprométete con actividades, cosas y personas que te conecten con la vida.
·           Provoca emociones nuevas, explora nuevas posibilidades, participa en experiencias que te motiven y estimula nuevos conocimientos; desarrolla nuevos hábitos, disciplinas, deportes, oficios o pasatiempos, así te será más fácil resignificar el duelo.

Lo que NO ayuda a superar un duelo:

·          Excesos en comida y/o ejercicio.
·          Guardar y alimentar rencores.
·          Actividades de alto riesgo.
·       Actitudes violentas contra nosotros mismos o contra quienes están a nuestro alrededor.
·       Atormentarse con pensamientos fantasiosos a través de nuestra mente, libros, películas, novelas, compras, trabajo en exceso y aislamiento.
  

Existe un tiempo razonable para sentir la pérdida, pero si estas emociones continúan por un periodo extendido puede que algo no esté bien, sobre todo cuando te impiden llevar a cabo tareas básicas e inevitables como lo son la familia, el hogar, tus grupos y actividades sociales o tu trabajo. Si sientes ansiedad o miedos que no te permiten realizar tus actividades normales o tu rutina mucho tiempo después de la pérdida, pide ayuda. En cualquier caso, recomiendo el acompañamiento terapéutico lo más pronto posible, pero en los siguientes casos sin discusión:

·          Si vives con miedo constante de que algo te pase a ti o a tus seres queridos y evitas hacer cosas que antes hacías sin problema.
·          Si tienes síntomas físicos que no desaparecen después de un periodo razonable, sobre todo si el médico confirma que no hay ninguna enfermedad que los sustente o si tus síntomas parecen estar relacionados con los síntomas de la persona que falleció, por ejemplo: si tu ser querido sufrió un ataque al corazón y tu sientes dolores en el pecho sin explicación; o si la persona murió de un infarto cerebral y constantemente tienes dolor de cabeza.
·          Si sufres de depresión o falta de energía prolongadas. Considera que has sufrido una pérdida importante y necesitarás un tiempo (como parte del proceso normal) en el que probablemente tu ritmo de actividades, tu impulso y tu disposición se vean disminuidos. Perder a un familiar o amigo querido es algo serio para tus emociones, pero si sigues sin querer participar en actividades, se te dificulta concentrarte, presentas una falta de energía significativa, interrumpes constantemente tu periodo de sueño por las noches, no quieres comer, sientes una tristeza abrumadora, muestras una obsesión por la muerte o lloras constantemente por un periodo de más de tres o cuatro semanas, necesitas atender tu estado emocional.
·          Actualmente hay a nuestro alcance muchas opciones de apoyo para acompañarnos en  estos momentos difíciles, pero recuerda que no toda ayuda es útil. Necesitas investigar y probar algunas opciones antes de tomar una decisión definitiva. Busca grupos, terapia o asesoría que satisfaga tus expectativas y necesidades específicas. Si algo te hace sentir incómodo o desconfiado, puedes decir no o suspender el contacto de inmediato.



Por ti, por los tuyos:

·          Concédete tiempo para hablar sobre lo sucedido, investigar, hacer preguntas y expresar tu dolor. Comparte tus sentimientos, tu dolor y tus miedos con quienes sientas confianza, necesitas desgastar la historia de lo que ha sucedido.
·          Toma el espacio y tiempo que necesites para llorar y añorar a tu ser querido.
·          Puedes escribir sobre la manera en que te sientes, hacer una lista de los sentimientos que se presentan y lo que generan en ti.
·          Date tiempo en privado, es normal sentir que lo que está pasando no es real, sentir miedo, cólera, frustración e inquietud en tiempos de crisis y ante la pérdida de un ser amado. Evita decirte a ti mismo frases como “me quiero morir” “siento que me estoy muriendo”, entiendo que estés sintiendo un dolor muy profundo, pero el sacrificio de tu vida y tus posibilidades no cambian la situación y te colocan en una posición donde magnificarás cualquier pérdida subsecuente (exista o no exista), en lugar de fortalecerte.
·          Evita decir frases en las que manifiestes el deseo de la persona ausente o fallecida en función de tus pensamientos, acciones o tu manejo del dolor, por ejemplo: “A mi mamá le gustaría que yo ya estuviera bien”. “Mi abuelo se sentiría tranquilo si yo estuviera sonriendo y de vuelta a la normalidad”.
·          Cuando te encuentres más tranquilo, acepta invitaciones para salir, viajar y/o vuelve a invitar a tus amigos a tu casa. Está bien hacerlo de nuevo y es necesario que conserves tus vínculos sociales.
·          Es muy útil unirse a grupos en donde otras personas compartan su experiencia.
·          Organiza una estructura en tu día a día, establece una rutina.



Si estás pasando por un duelo, recuerda que no estás solo, siempre hay personas que te estiman genuinamente a tu alrededor y dispuestos a brindarte su apoyo. Acepta recibir ayuda y permite que los demás te contengan y demuestren su cariño hacia ti.


Con mucho cariño para 3 personas muy queridas para mi que están pasando momentos difíciles: 
AF, MDB y DB
¡Las quiero con todo mi corazón!


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